El lugar donde las crónicas, historias y relatos en los caminos de la costa colombiana cobran vida.
Aquí descubrirás el encanto de las carreteras hacia el Caribe colombiano, a través de los relatos de Fabio González un sociólogo y escritor que recorre el país para capturar, en cada kilómetro, el realismo mágico por esta parte de Macondo.
Siguiendo una idea de Richar Nuñez, el bibliotecario de el Viento, Fabio Alberto González se apoya en la escritura y la sociología para dar a conocer el mágico mundo que rodea al Golfo de Morrosquillo, un lugar encantador con su propio realismo mágico. Relatos al Viento es un ejercicio que plasma la oralidad del Caribe a través de crónicas de las personas que encuentra en sus rutas por esta parte de Macondo.
La pandemia, el cáncer de su esposa y una enfermedad que lo tuvo al borde de la muerte, Fabio Alberto González decide reinventarse y dejar su acelerado ritmo de vida en la ciudad para buscar refugio en Playa Venados en el Caribe.
Desde el 2022 viaja frecuentemente en motocicleta por diversos caminos que lo llevan a San Bernardo del Viento. Su familia es su inspiración para compartir los paisajes que encuentra y que documenta desde la simplicidad de quién agradece cada nuevo atardecer. Sus compañeros de travesía -Moniya, Clausina, Adrianes, Savid, Fabiandres, Luiscas y Johitan- siempre están dispuestos a acompañar cada nuevo recorrido
En Retratos al Viento, la mirada artística de Luiscas cobra vida a través de la fotografía. Sus imágenes capturan personajes y lugares de El Viento con un enfoque único y espontáneo. Los protagonistas de estas fotos, sorprendidos en su cotidianidad, se convierten en modelos de un realismo mágico que solo puede encontrarse en estas tierras caribeñas. Cada retrato es un homenaje a la sencillez de las personas que hacen parte de este rincón del mundo.
Valle del Sol es la ventana personal de Fabio Alberto hacia el Caribe. En Villa Alma, su estudio con paredes de madera y techo de paja, recibe a huéspedes que buscan desconectarse del bullicio urbano. A tan solo 400 metros del mar, esta vereda de pescadores y agricultores artesanales ofrece un refugio perfecto para leer, escuchar música y hablar de la vida.
Desde aquí, la vista al mar y el murmullo del viento crean el ambiente ideal para reencontrarse con la tranquilidad y descubrir el encanto secreto de San Bernardo del Viento.